Spanish Short Stories Beginner Vol 2 : Story 6
LA ISLA DE LOS SENTIMIENTOS
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Érase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos: la alegría, la tristeza y muchos más, incluyendo el amor. Todos los sentimientos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila, hasta previsible. A veces, la rutina hacía que el aburrimiento se quedara dormido, o el impulso armaba algún escándalo; otras veces, la constancia y la convivencia lograban aplacar al descontento.
Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el conocimiento convocó una reunión. Cuando por fin la distracción se dio por enterada y la pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes. Entonces, el Conocimiento dijo:
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—Tengo una mala noticia que daros: la isla se hunde.
Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
—¡No! ¿Cómo puede ser? ¡Si nosotros hemos vivimos aquí desde siempre!
Pero el Conocimiento repitió: «La isla se hunde».
—¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocado!
—El conocimiento nunca se equivoca —dijo la conciencia, dándose cuenta de la verdad—. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.
—Pero… ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntaron los demás.
Entonces el conocimiento contestó:
—Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo os sugiero que busquéis la manera de abandonar la isla... Construid un barco, un bote, una balsa o algo que os permita iros, porque el que permanezca en la isla, desaparecerá con ella.
—¿No podrías ayudarnos? —preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
—¡No! —Dijo el conocimiento—, previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de deciros esto, volaremos hacia la isla más cercana.
Las emociones dijeron:
—¿Qué será de nosotros?
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Dicho esto, el conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando depolizón al miedo, que no es tonto y ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.
Todas las emociones se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero...Todas, salvo el amor.
Porque el amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
—Dejar esta isla... después de todo lo que viví aquí... ¿Cómo podría yo dejar este bello atardecer, por ejemplo? Hemos compartido muchas cosas aquí para irse.
Y mientras las emociones se dedicaban a buscar la forma de huir, el amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacer en otros tiempos.Tocó cada piedra y acarició cada rama.
Al llegar a la playa, exactamente al lugar desde donde el sol se ocultaba, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
—Quizás la isla se hunda solo por un momento y después resurja, ¿por qué no?
Y se quedó días y días midiendo la altura de la marca, para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible. Pero la isla se hundía cada vez más.
Sin embargo, el amor no podía pensar en construir nada, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería. Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande y que, aun cuando se hundiera un poco, él siempre podría refugiarse en la zona más alta. Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.
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Así que una vez más, tocó las piedras de la orilla y se arrastró por la arena, y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa, que antes era enorme.
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada.
La isla se hundía cada día un poco más, y el amor se refugiaba cada día en un lugar más pequeño.
—Después de tantas cosas que pasamos juntos —le reprochó a la isla desanimado y triste.
Hasta que, finalmente, solo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
En ese momento, el amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la tierra.
Entonces, caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el amor se dirigió a la bahía.
Ya no había posibilidades de construirse un medio de transporte como todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.
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Desde allí podría ver pasar a sus compañeras en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y que alguna de ellas lo comprendiera y lo llevara.
Buscando en el mar, vio venir el barco de la riqueza y le hizo señas. Se acercó la riqueza que pasaba en un lujoso yate y el amor dijo:
—¡Riqueza llévame contigo! Yo sufrí tanto la desaparición de la isla que no tuve tiempo de construir un barco.
La Riqueza contestó:
—No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti, lo siento —y siguió camino, sin mirar atrás.
Le pidió ayuda a la Vanidad, a la que vio venir en un barco hermoso, lleno de adornos, luces, mármoles y florecitas de todos los colores:
—Vanidad, por favor ayúdame.
Y la Vanidad le respondió:
—Imposible Amor, ¡es que tienes mal aspecto! ¡Estás tan desagradable! ¡Tan sucio, y tan desaliñado! Lo siento, pero deslucirías mi barco —y se fue.
Pasó la Soberbia, que a la solicitud de ayuda contestó:
—¡Quítate de mi camino o te paso por encima!
Como pudo, el Amor se acercó al yate del Orgullo y, una vez más, solicitó ayuda.
La respuesta fue una mirada despectiva, y una ola casi lo asfixia.
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Entonces, el Amor pidió ayuda a la Tristeza:
—¿Me dejas ir contigo?
La Tristeza le dijo:
—Ay Amor, tu sabes que estoy tan triste que prefiero estar sola.
Pasó la Alegría, y estaba tan contenta que ni siquiera oyó al Amor llamarla.
Desesperado, el Amor comenzó a suspirar, con lágrimas en sus ojos. Se sentó en el pedacito de isla que quedaba, a esperar el final. De pronto, el Amor sintió que alguien lo llamaba:
—¡Eh, tú!
Era un viejo desconocido que le hacía señas desde un bote a remos. El Amor se sorprendió:
—¿Es a mí? —preguntó, llevándose una mano al pecho.
—Sí, sí —dijo el viejo—, es a ti. Ven, sube a mi bote, rema conmigo, que yo te salvo.
El Amor lo miró y le quiso explicar:
—Lo que pasó, es que yo me quedé...
—Entiendo —dijo el viejo sin dejarle terminar la frase— ¡Sube!
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de poder ver como el último centímetro de la isla se hundía y desaparecía para siempre.
—¡Nunca volverá a existir una isla como esta! —murmuró el amor, quizás esperando que el viejo lo contradijera y le diera alguna esperanza.
—No —dijo el viejo— como ésta, nunca; en todo caso, ¡diferente!
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Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor se sentía tan aliviado que olvidó preguntarle su nombre. Cuando se dio cuenta y quisoagradecerle, el viejo había desaparecido. Entonces el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:
—¿Cómo puede ser? Yo no lo conozco, pero él me salvó. Todos los demás no comprendían que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me salvó, me ayudó y yo ahora, no sé ni siquiera quién es. —dijo el amor confundido.
Entonces la Sabiduría le miró a los ojos, y le dijo:
—Es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el sufrimiento de una pérdida le hace creer que es imposible seguir. Es el único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo. —Sabiduría sonrió y dejó a Amor pensando sobre lo sucedido.
El Amor entendió al final que el tiempo cura todos los miedos y dolores, que el tiempo es un amigo, no un enemigo y que no debetemerle.
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RESUMEN:
La historia habla de una isla en la que conviven todas las emociones del ser humano. Un día, descubren que la isla se está hundiendo, y todas las emociones buscan la forma de abandonarla, excepto el Amor, que aún mantiene la esperanza.
Cuando el amor se da cuenta de que es demasiado tarde, intentará salir de la isla, pero sólo un hombre mayor decide ayudarle.
SUMMARY:
The story is about an island in which all the human emotions live together. One day, they discover that the island is sinking, and all the emotions try to find a way to leave, except the Love, who remains hopeful.
When Love realizes it’s too late, he will try to escape from the island, but an old man is the only one who decides to help him.