Spanish Short Stories Beginner Vol 2 : Story 9
HOTEL CASA GRANDE
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Cuando me vine a vivir a Caracas alquilé una habitación en el Hotel Casa Grande, en la calle Francia con Altamira.
Estaba terminando de escribir mi tesis doctoral e iba a publicarla muy pronto en forma de libro. Mi amigo Miguel Guisar me ofreció un contrato para publicarlo y me dio trabajo en la editorial donde él era editor jefe.
Antes de publicar el libro me pidió que le preparara una antología de la prosa norteamericana, que iba desde Poe hasta Purdy. Con lo que me pagó y con lo que yo ganaba en la Universidad como profesor me alcanzó para instalarmea vivir en Caracas. En ese tiempo trabajaba en la cátedra de Introducción a la Historia en la Facultad de Humanidades, y viajaba todas las semanas a Caracas. Había alquilado una habitación en unapensión cerca de la estación de autobuses, y me quedaba tres días por semana en San Antonio dando clases. Tenía una vida dividida, vivía dos vidas en dos ciudades como si fuera dos personas diferentes, con otros amigos y otras circunstancias en cada lugar.
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Lo que era igual, sin embargo, era la vida en el cuarto del hotel. Los pasillos vacíos, los dormitorios temporales, el clima anónimo de esos lugares donde se está siempre de paso. Vivir en un hotel es el mejor modo de no caer en la ilusión de “tener” una vida personal, de no tener nada personal para contar, salvo los rastros que dejan los otros. La pensión en San Antonio era una casona interminable convertida en una especie de hospedaje,regentado por un estudiante crónico que vivía de alquilar habitaciones. La dueña de la casa estaba internada y el hombre le enviaba todos los meses un poco de dinero.
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La habitación que yo alquilaba era cómoda, con un balcón que se abría sobre la calle, y tenía un techo altísimo. También la habitación del Hotel Casa Grande tenía un techo muy alto y un ventanal que daba a la calle Francia, llena de tiendas de oro y diamantes. Las dos habitaciones tenían un armario muy parecido, con dos puertas yestantes forrados con papel de periódico.
Ambas contaban con grandes camas, muy cómodas, y con sábanas de algodón siempre frescas y limpias. Las almohadas eran celestiales, como una nube, y el servicio de habitaciones era siempre puntual. Otra cosa que tenían en común era un ama de llaves estricta y pulcra: yo podía salir deprisa y dejar el cuarto hecho un desastre, que al volver siempre lo encontraba ordenado. Nunca faltó nada, ni dinero, ni pertenencias, ni un calcetín llegó a perderse en ninguno de estos lugares.
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Ahí pase una temporada larga. El hotel de San Antonio tenía un gran recibidor con muchos muebles y luces cálidas donde los huéspedes se sentaban a leer o esperar una habitación. No pasaba demasiado tiempo ahí, pero era un espacio muy bonito.
Yo pasaba más tiempo entre el comedor y la cocina. Había un pasillo que daba a un espacio perfecto para leer. Allí había un piano, sillas con cómodos cojines, una mesa para escribir cartas y una ventana que daba al patio de la casa, lleno de plantas y con un par de mascotas.
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La casa de la pensión en San Antonio aún permanece allí, y todavía sigue ahí el estudiante crónico, que ahora es un viejo tranquilo que sigue alquilando las habitaciones a estudiantes y a viajantes comerciales, que pasan por San Antonio siguiendo la ruta del sur de la ciudad de Caracas.
También el Hotel Casa Grande sigue igual. Allí pase aún más tiempo, dos años, y me acostumbré demasiado al lugar.
Al estar en la capital era un sitio más ruidoso y más rústico, pero igual de encantador. Está ubicado en la calle de las pensiones, una calle muy larga donde había muchos edificios usados como hoteles, posadas, moteles, hostales y casas de alquiler. Todos allí iban de paso o vivían ahí porque era más económico. Sea por lo que sea, siempre estaba lleno de gente muy variada.
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Como ya dije antes, los cuartos se parecían mucho, pero en Casa Grande, al año de residir ahí me consiguieron una lámpara para poner en mi mesita de noche y así poder leer antes de dormir. También tenía un camarero que me traía el periódico todos los días a primera hora, y si no estaba despierto lo dejaba al pie de la puerta.
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En el hotel Casa Grande también tenían una mascota, un gato viejo y gordo. Supongo que ya habrá muerto, pero era una gran celebridad en los salones del hotel: todos lo acariciaban y él ronroneaba contento.
Al ser un hotel más grande tenía más personal. El administrador siempre estaba en su oficina, o en el mostrador junto con la recepcionista, atendiendo llamadas y mirando a la sala de espera del hotel, saludando a los huéspedes y extraños por igual.
Había muchas señoras de la limpieza, y todas tenían historias increíbles. Uno podía pasar horas escuchándolas mientras fregaban el suelo del gran hotel.
Una particularidad del hotel de Caracas eran los baños públicos. En el cuarto no había aseo, así que uno debía hacer sus necesidades en estos baños compartidos. Las duchas también estaban aparte, lo que daba una sensación de vestuario a los huéspedes, como si uno saliera de un gran partido de baloncesto directo a las duchas. Algunas personas esperaban hasta muy tarde para tener algo deprivacidad, pero la mayoría no le prestaba ninguna atención a este hecho – por algo era un lugar muy barato.
Han pasado muchos años desde que dejé de vivir en hoteles, pero aun cuando voy por la ciudad y paso por la Universidad Central donde trabajo, queda muy cerca la calle de las pensiones. A veces paso por la puerta y me acuerdo de aquel tiempo en Casa Grande y La Pensión. Enfrente está la confitería Las Violetas, un café llamado El Cruce, y a dos establecimientos se encuentra un bar tranquilo y bien iluminado, en el cual se puede ver a la gente que vive en estos lugares bebiendo cerveza después de un largo día de trabajo. Si uno vive en una habitación de hotel debe tener uno cerca.
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RESUMEN:
Es la historia de un profesor y escritor que tiene la oportunidad de trabajar para una editorial. Él debe transladarse a la gran ciudad, pero ya tiene un trabajo en una pequeña ciudad universitaria. Durante meses vivirá entre las dos ciudades, alojándose en hostales.
SUMMARY:
This is the story of a teacher and writer who gets the opportunity to work for a publishing house. He must move to the big city, but he already has a job in a small town. During months he will live between both cities, renting hostel rooms.